©Tres Cabezas
Catecismo en Imágenes – Texto e imagen no. 63
La prudencia se ejemplifica en el cuadro superior a la izquierda con el juicio de Salomón. Dos mujeres que vivían en la misma casa tenían cada una un hijo recién nacido. Uno de estos niños que había muerto durante la noche, su madre los intercambió, llevándose para sí al vivo. La otra mujer, al detectar el fraude, apeló a Salomón. Salomón está sentado en su trono, con las dos mujeres delante de él y el niño muerto colocado al pie del trono, mientras un soldado, espada en mano, sostiene al niño vivo reclamado por cada una de las mujeres. "Divide, dijo el rey, al niño vivo en dos y dale la mitad a uno y la otra mitad al otro.». Mi señor, "gritó la verdadera madre", "dale al niño vivo, pero no lo mates", mientras la falsa madre decía: "Que no sea ni mío ni tuyo, sino divídelo. "Entonces dijo el rey: "Dad el niño a la primera mujer, y no lo matéis, porque ella es la madre de ella. "Reyes III, 16-27.
A la derecha, vemos a Nuestro Señor dando a los fariseos y herodianos una lección de justicia. Éstos le preguntaron, para tentarle, si era lícito dar tributo a Cæsar o no, y al ver su astucia, les hizo producir un centavo y señalando la moneda, preguntaron: "¿De quién es la imagen y la inscripción que tiene? "Ellos respondieron: "Cæsar's". "Entonces les dijo: "Dad, pues, a Cæsar y a Dios las cosas que son de Dios. "(Lucas XX, 19-25.)
Un ejemplo admirable de Fortaleza es el de Judith. Esa única mujer, viendo que su pueblo de Betulia estaba a punto de ser tomado por Holofernes, el general sirio, resolvió salvarlo o morir en el intento. Decorada con todas sus galas y joyas, salió al campamento del enemigo como para escapar de la inminente perdición de la ciudad. Holofernes quedó tan impresionado por su belleza y más aún por la sabiduría de su discurso, que celebró un gran banquete en su honor, en el que bebió en exceso y se intoxicó. Quedando a solas con él, mientras dormía pesadamente, ella tomó su espada, que colgaba cerca de él, y le cortó la cabeza con ella. (Judith X-XIII.)
El cuarto cuadro ilustra un caso igualmente notable de la templanza proporcionada por el rey David. Estaba sitiando Belén, ocupada por los filisteos. Muriendo de sed, gritó: "Oh, que algún hombre me diera el agua de la cisterna de Belén que está en la puerta! "Inmediatamente tres valientes hombres atravesaron el campamento de los filisteos, sacaron agua del aljibe y se la trajeron a David para que la bebiera. Pero David no quiso beberlo y lo derramó en libación al Señor, diciendo: "Dios no quiera que beba la sangre de estos hombres, porque con el peligro de sus vidas me han traído el agua. "(Par. XI, 17-19.)
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