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SERVIDORES MÁGICOS: Los Dos Cerditos

Desde hace días, la semana del 04/12/2023, vengo pensando en la creación de servidores mágicos e incluso desde antes tenía varios planeados según mis diversas necesidades. Necesito entidades a las que sea capaz de otorgarles varias tareas específicas cada cierto tiempo, incluso en lo que respecta a cumplir ciertas peticiones por parte de amigos o clientes. Cuando pequeño, debo haber tenido 14 años o algo así, cree un servidor a mi nombre, de protección, solo por curiosidad, dando por hecho su existencia luego de una infantil ritual, que días después, sentiría al discutir con un profesor de religión del tipo ¡amén hermano!, con un parpadeo de luces del tipo película de terror... supuse que era él tratando de alimentarse de la energía del medio para defenderme, a lo que el profesor evangelista reacciono con orar y detener su argumentación sin juicio.  Ushabtis, Museo Egipcio de Manchester (servidores mágicos). Me encontraba paseando el día martes 05/12/2023 en unas galerías de artículos

Exponentes Bíblicos de las Tres Virtudes Teologales

©Tres Cabezas


Inmediatamente debajo vemos a Abraham a punto de sacrificar a su hijo Isaac. De una manera tan heroica, este santo patriarca señaló su Fe, creyendo firmemente que Aquel que había ordenado el sacrificio, sin embargo, cumpliría la promesa que le había dado de una numerosa posteridad. (Gen. XXII.)
Génesis 22 La Biblia de las Américas (LBLA)
Dios prueba a Abraham
22 Aconteció que después de estas cosas, Dios probó a Abraham, y le dijo: ¡Abraham! Y él respondió: Heme aquí.
2 Y Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
3 Abraham se levantó muy de mañana, aparejó su asno y tomó con él a dos de sus mozos y a su hijo Isaac; y partió leña para el holocausto, y se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho.
4 Al tercer día alzó Abraham los ojos y vio el lugar de lejos.
5 Entonces Abraham dijo a sus mozos: Quedaos aquí con el asno; yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros.
6 Tomó Abraham la leña del holocausto y la puso sobre Isaac su hijo, y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Y los dos iban juntos.
7 Y habló Isaac a su padre Abraham, y le dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, hijo mío. Y dijo Isaac: Aquí están el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8 Y Abraham respondió: Dios proveerá[a] para sí el cordero para el holocausto, hijo mío. Y los dos iban juntos.
9 Llegaron al lugar que Dios le había dicho y Abraham edificó allí el altar, arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar sobre la leña.
10 Entonces Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo.
11 Mas el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y dijo: ¡Abraham, Abraham! Y él respondió: Heme aquí.
12 Y el ángel dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; porque ahora sé que temes[b] a Dios, ya que no me has rehusado[c] tu hijo, tu único.
13 Entonces Abraham alzó los ojos y miró, y he aquí, vio un carnero detrás de él trabado por los cuernos en un matorral; y Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
14 Y llamó Abraham aquel lugar con el nombre de El Señor Proveerá[d], como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá[e].
15 El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo,
16 y dijo: Por mí mismo he jurado, declara el Señor, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado[f] tu hijo, tu único,
17 de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia[g] como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos.
18 Y en tu simiente serán bendecidas[h] todas las naciones de la tierra, porque tú has obedecido mi voz.
19 Entonces Abraham volvió a sus mozos, y se levantaron y fueron juntos a Beerseba. Y habitó Abraham en Beerseba.
Debajo de Esperanza vemos a Job en su estiércol, demacrado y lleno de llagas. En medio de todos sus sufrimientos y aflicciones, conservó la esperanza más heroica: «Aunque debería matarme», gritó, «confiaré en Él». (Trabajo XIII, 15.)
Job 13 La Biblia de las Américas (LBLA)
Defensa de Job
13 He aquí todo esto han visto mis ojos, lo ha escuchado y entendido mi oído.
2 Lo que vosotros sabéis yo también lo sé; no soy menos que vosotros.
3 Pero quiero hablar al Todopoderoso[a], y deseo argumentar con Dios.
4 Mas vosotros sois forjadores de mentiras; todos vosotros sois médicos inútiles.
5 ¡Quién diera que guardarais completo silencio y se convirtiera esto en vuestra sabiduría!
6 Oíd, os ruego, mi razonamiento, y prestad atención a los argumentos de mis labios.
7 ¿Hablaréis por Dios lo que es injusto y diréis por Él lo que es engañoso?
8 ¿Mostraréis por Él parcialidad? ¿Contenderéis por Dios?
9 ¿Os irá bien cuando Él os escudriñe, o le engañaréis como se engaña a un hombre?
10 Ciertamente Él os reprenderá si en secreto mostráis parcialidad.
11 ¿No os llenará de temor su majestad[b], y no caerá sobre vosotros su terror?
12 Vuestras máximas son proverbios de ceniza, vuestras defensas son defensas de barro.
13 Callad delante de mí para que pueda hablar yo; y venga sobre mí lo que venga.
14 ¿Por qué me he de quitar la carne con mis dientes, y poner mi vida en mis manos[c]?
15 Aunque Él me mate, en Él esperaré; pero defenderé mis caminos delante de Él[d].
16 Esta[e] también será mi salvación, porque un impío no comparecería en su presencia.
17 Escuchad atentamente mis palabras, y que mi declaración llene vuestros oídos.
18 He aquí ahora, yo he preparado mi causa; sé que seré justificado.
19 ¿Quién contenderá conmigo?, porque entonces me callaría y moriría.
20 Solo dos cosas deseo que hagas conmigo, y no me esconderé de tu rostro:
21 Que retires de mí tu mano[f], y que tu terror no me espante.
22 Entonces llámame, y yo responderé; o déjame hablar, y respóndeme tú.
23 ¿Cuántas son mis iniquidades y pecados? Hazme conocer mi rebelión[g] y mi pecado.
24 ¿Por qué escondes tu rostro y me consideras tu enemigo?
25 ¿Harás que tiemble una hoja llevada por el viento, o perseguirás a la paja seca?
26 Pues escribes contra mí cosas amargas, y me haces responsable de[h] las iniquidades de mi juventud.
27 Pones mis pies en el cepo, y vigilas todas mis sendas; pones límite a[i] las plantas de mis pies,
28 mientras me deshago[j] como cosa podrida, como vestido comido de polilla. 
Debajo de Caridad vemos a Cristo en la mesa en la casa de Simón el fariseo. María Magdalena, un frasco de ungüento precioso a su lado, le lava los pies con las lágrimas y los limpia con el pelo. Nuestro Señor la elogia por su caridad y, volviéndose hacia Pedro, le dice: «Muchos pecados le son perdonados porque ha amado mucho. »(Lucas VII, 47.)
Lucas 7:36-50 La Biblia de las Américas (LBLA)
Jesús perdona a una pecadora
36 Uno de los fariseos le pedía que comiera con él; y entrando en la casa del fariseo, se sentó[q] a la mesa.
37 Y he aquí, había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado[r] a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
38 y poniéndose detrás de Él a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los ungía con el perfume.
39 Pero al ver esto el fariseo que le había invitado, dijo para sí[s]: Si este fuera un profeta[t], sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, que es una pecadora.
40 Y respondiendo Jesús, le dijo: Simón, tengo algo que decirte: Y él dijo*: Di, Maestro.
41 Cierto prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios[u] y el otro cincuenta;
42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, le amará más?
43 Simón respondió, y dijo: Supongo que aquel a quien le perdonó más. Y Jesús le dijo: Has juzgado correctamente.
44 Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para los pies, pero ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos.
45 No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado[v] de besar mis pies.
46 No ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ungió mis pies con perfume.
47 Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama.
48 Y a ella le dijo: Tus pecados han sido perdonados.
49 Los que estaban sentados[w] a la mesa con Él comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es este que hasta perdona pecados?
50 Pero Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.
 El Catecismo en Imágenes, París 5, Rue Bayard

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